Kazuo Inamori, multimillonario y sacerdote budista, dice que los gerentes no deben centrarse en contentar a sus accionistas .
Si este multimillonario de 83 años tiene razón, una de las lecciones más importantes que imparte la escuela de negocios está equivocada. ¿Qué es eso de concentrarse en los accionistas? Olvídelo, dice Kazuo Inamori, emprendedor, gurú de la gestión empresarial y sacerdote budista. Concéntrese más bien en hacer feliz al personal. Es la filosofía que él ha utilizado para establecer al gigante de la electrónica Kyocera Corp. hace más de cinco decenios, crear un operador telefónico con un valor de US$64.000 millones conocido actualmente como KDDI Corp., y rescatar a Japan Airlines Co. de su quebranto de 2010.
En la sede central de Kyocera con vista a las colinas y templos de la antigua capital de Kioto, Inamori expresa dudas en cuanto a las formas capitalistas occidentales. Sus opiniones sirven como recordatorio de que muchos bastiones del mundo empresarial japonés no están de acuerdo con los planes del primer ministro Shinzo Abe destinados a que las empresas se dediquen más a los accionistas. Y si lo dice un multimillonario, habrá que escucharlo.
“Si usted quiere huevos, ocúpese de las gallinas”, dijo Inamori en una entrevista el 23 de octubre. “Si usted acosa o mata a la gallina, no va a funcionar”, sostiene el multimillonario.
Es una visión que tiene su peso debido al éxito de Inamori. KDDI y Kyocera alcanzan juntas un valor de mercado de aproximadamente US$82.000 millones. Cuando Inamori fue nombrado director ejecutivo de Japan Airlines en 2010, tenía 77 años y no contaba con experiencia en el sector. Al año siguiente, el operador volvió a dar ganancias y salió de la quiebra. En 2012, volvió a cotizar en la bolsa de Tokio.
GESTIÓN TIPO AMEBA
El secreto, según dice Inamori, fue cambiar la mentalidad de los empleados. Después de asumir la función de máximo responsable ejecutivo sin remuneración, imprimió un librito para cada miembro del personal en base a sus filosofías, conforme las cuales la compañía estaba dedicada al crecimiento de ellos. También explicaba el significado social de su trabajo y señalaba los principios inspirados en el Budismo sobre cómo debían vivir los empleados, tales como ser humildes y hacer lo correcto. Esto los hizo sentir orgullosos de la aerolínea y los dispuso a esforzarse más por su éxito, dijo Inamori.
La doctrina ganó terreno, en parte gracias a que la línea divisoria entre el trabajo y la vida personal es más borrosa en Japón que en los Estados Unidos. No todas las tácticas de Inamori son tan espirituales. Su sistema de “gestión tipo ameba” dividió el personal muchas veces en unidades pequeñas que hacen sus propios planes y monitorean la eficiencia por hora utilizando un original sistema contable. Su transformación también recortó aproximadamente un tercio de la dotación de la aerolínea, unas 16.000 personas.
“Los dirigentes empresarios deben tratar de hacer felices a todos sus empleados, tanto material como intelectualmente”, dijo Inamori. “Ese es su objetivo. No debería ser trabajar para los accionistas”.
Posiblemente esto no impresione a algunos inversores, pero este hombre no ve ningún conflicto. Si el personal está feliz, trabaja mejor y las ganancias mejoran, dijo. Las compañías no deberían avergonzarse de obtener beneficios si éstos se buscan de una manera que beneficie a la sociedad, ha dicho Inamori. Él es el segundo en una familia de siete hijos y creció en Kagoshima, el lugar de nacimiento de la última rebelión de samuráis en Japón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario